Para muchas familias, plantearse un ahorro constante para complementar la futura pensión de jubilación puede resultar complicado, especialmente en los primeros años, cuando aún están intentando hacer frente a las necesidades más apremiantes.

El gasto que supone tener hijos, en cuanto a alimentación, ropa, educación, etc., además del presupuesto necesario para alquilar o compra una vivienda, minimiza las posibilidades de contar con la suficiente renta disponible como para realizar un ahorro recurrente destinado a la jubilación.
Una vez que se estabiliza lo suficiente la situación económica de las familias, muchas se deciden a invertir en la compra de su vivienda. Una decisión que suele convertirse en la mayor inversión que la mayoría de ellas realizará a lo largo de su vida.
La vivienda familiar es, para casi todo el mundo, el mayor activo con el que cuentan cuando llega el momento de la jubilación. De ahí que, en los últimos tiempos, se hayan empezado a desarrollar varias alternativas para utilizar el valor de la vivienda para complementar la pensión de jubilación.

1. La opción más tradicional es la venta de la casa, sobre todo para aquellos que tienen la posibilidad de irse a vivir con algún hijo u otro familiar. El capital obtenido con la venta se puede invertir en un seguro de rentas vitalicias que garantice unos ingresos adicionales ya sean mensuales, trimestrales o anuales.
Sin embargo, en la mayoría de las situaciones, las personas no disponen de otro lugar y no pueden prescindir de su vivienda. En estas situaciones, es cuando entran en juego productos financieros y aseguradores que permiten monetizar el valor de la casa sin dejar de habitarla.
2. Una opción es la venta de la nuda propiedad del inmueble, que consiste en transferir la titularidad mientras se conserva el derecho de usufructo vitalicio. Esto significa que el vendedor puede seguir residiendo en la vivienda o incluso alquilarla, obteniendo ingresos adicionales. Aunque el precio recibido por la nuda propiedad es menor que el valor total del inmueble. Una opción habitual en muchos países, pero que puede resultar más o menos interesante en función de la legislación de cada nación.
3. Otra posibilidad es la denominada hipoteca inversa, que ya se comercializa en algunos países, aunque no esté aún muy extendida. Se trata de un préstamo garantizado con la vivienda habitual que permite al propietario recibir una renta periódica o un pago único sin necesidad de vender la propiedad. El importe que se suele obtener oscila entre el 25% y el 50% del valor de la vivienda, dependiendo de la edad del beneficiario. La deuda no se liquida hasta el fallecimiento del propietario, momento en el que los herederos pueden optar por asumirla o renunciar a la propiedad. Sin embargo, si el propietario vive muchos años, la suma del capital más los intereses puede superar el valor real de la casa y acabar afectando al resto de bienes de la herencia.
4. La hipoteca inversa puede combinarse con un seguro de rentas vitalicias, lo cual elimina el riesgo de longevidad, pues garantiza unos ingresos periódicos durante toda la vida del propietario. Las rentas vitalicias pueden ser inmediatas (se perciben desde el inicio) o diferidas (se perciben a partir de una fecha futura).
5. Existe otro producto financiero que viene a cubrir las mismas necesidades, pero desde un enfoque diferente. Se trata del anticipo de alquiler, que puede ser la solución idónea para quienes necesitan ingresos inmediatos, especialmente para financiar el acceso a residencias de la tercera edad.
En este caso, el propietario cede el derecho de arrendamiento de su vivienda a una empresa a cambio de una cantidad económica superior al valor del alquiler en el mercado. Esta diferencia actúa como un crédito garantizado por la explotación del alquiler. Tras el fallecimiento del propietario, los herederos pueden devolver el importe mediante un pago único o mantener la cesión del derecho de alquiler hasta saldar la deuda. Esta modalidad permite al propietario obtener ingresos adicionales sin preocuparse por la gestión del alquiler, ya que la empresa asume los riesgos, como el impago del inquilino.
Cada opción tiene sus propias ventajas e inconvenientes, incluidas las posibles repercusiones fiscales de cada una de ellas, por lo que es importante evaluar cuidadosamente cuál se ajusta mejor a cada situación personal. Por esta razón, es importante contar con el asesoramiento profesional adecuado.